ESENVA 2000
ESTADO DE
SALUD DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA NO VACUNADA EN EL PERÍODO 1975-2000
UN PRIMER
INFORME SOBRE LA SALUD DE LOS ESPAÑOLES NO VACUNADOS, MORBILIDAD Y
ALERGIAS.
Coordinadores:
Montse
Catalan, J. Manuel Marín y Xavier Uriarte( Médicos)
Colaboradores:
Amparo
Navarro, María Fuentes, Cristina Aznar, Pere Enguix (médicos),
Coni Peris (Fisioterapeuta) y Sibila (Vocal Liga).
Entidades
Colaboradoras:
Migjorn,
Tascó, Mare Nostrum e Integral Centre Mèdic (Cataluña).
Néixer i
Créixer (Illes Balears).
Génesis
(Madrid).
Haurdun (País
Vasco).
Nacer en Casa
(Castilla- La Mancha).
Entidades
Financieras:
Acuario (País
Valenciano).
Liga. LLV
Sección de
médicos homeópatas del Colegio Médicos de BCN.
Introducción
En el año
1999 las asociaciones y centros de asistencia al parto en casa de las
diferentes comunidades autonómicas del país se plantearon la
posibilidad de hacer un estudio sobre el estado de salud de la
población española que había optado por otras formas de la vida
como son el nacimiento en casa, alimentación más natural, la
crianza y la lactancia materna prolongada, el modelo asistencial
alternativo y una autogestión en su salud.
Era el
propósito, una vez estudiado el colectivo de familias que cumplían
estos requisitos, mostrar esta pequeña realidad a las autoridades
sociosanitarias del país.
Con esta
ilusión nos pusimos a trabajar durante los meses previos y vimos
cuánta esperanza abría esta iniciativa.
Metodología
Este
estudio describe de manera retrospectiva el estado de salud de los
españoles que han sido asistidos en los centros de asistencia al
parto durante el período 1975-2000.
Con
tal fin se elaboró una ficha denominada ESENVA
2000
en la cual se recogían 10 variables diferentes con el objetivo de
llegar a conclusiones sobre el estado de salud de la población no
vacunada nacida en el período citado.
En
la ficha se recoge información sobre: las circunstancias
perinatales, los estudios y profesión de los padres, la lactancia
materna, la historia vacunal, tipo de alimentación, escolarización,
hábitat en la infancia, enfermedades padecidas, consultas a
servicios de urgencia hospitalaria, ingresos e intervenciones
quirúrgicas y antecedentes familiares.
Se
distribuyeron 2500
fichas
mediante correo postal a través de las diferentes asociaciones que
colaboraron en el estudio. Fueron devueltas un total de 83 fichas,
recibimos 517 fichas bien cumplimentadas y fueron utilizadas para el
primer informe 314 fichas.
Dado
que el primer informe tiene que ver con el estado de salud de la
población no vacunada y su relación con la alergia, únicamente se
han aprovechado aquellas fichas en las que no se había aplicado
ninguna vacuna; en consecuencia, se han desestimado un total de 203.
Han
sido también desestimadas otra decena al haber nacido en el año
2001
y quedar fuera del periodo 1975-2000.
Por
tanto el estudio pivota sobre un total de 314
fichas y aunque podría ser mayor puede resultar suficiente a la hora
de extraer algunas conclusiones. Es evidente que obtener una muestra
más amplia requeriría un aparato logístico y unos medios de los
que se carece en estos momentos.
En
cualquier caso, habiendo sido el nivel de respuesta del 20’6%,
queremos agradecer el esfuerzo de todos los colaboradores y de los
padres que generosamente han aportado la información.
El
estudio no pretendía trabajar sobre dos poblaciones: una no vacunada
y otra vacunada. Por lo tanto, sólo se ocupaba de recoger los datos
de la población no vacunada y compararla con las cifras teóricas
que se utilizan en nuestro país sobre morbilidad alérgica en
poblaciones pediátricas.
Se
desarrolló en cuatro etapas. En el período 1999-2000 se preparó el
estudio y la ficha ESENVA 2000.
En
el año 2001-2003 se distribuyeron las fichas a lo largo del país.
En el 2003 se hizo un primer tratamiento de los datos.
En
el 2004 se presentarán los resultados al público en general y se
entregarán las propuestas a las autoridades sociosanitarias de todo
el territorio.
Resultados
Lo
primero que hay que resaltar de las 314 fichas analizadas es que 166
(52%) se han producido en casa y 40 (12%) en casa de partos, la
mayoría en Acuario, lo que significa que aproximadamente 2/3
se
pueden calificar de partos
naturales.
Los otros 108 nacimientos, o sea el 34%, han tenido lugar en centros
hospitalarios, lo que supone 1/3 del total.
En
este estudio preliminar se
han cuantificado
las patologías ORL, las afecciones respiratorias, las infecciones
graves, los casos de asma y alergias varias, las dermatitis, la
lactancia materna y su duración, el tipo de alimentación y las
enfermedades padecidas prevenibles mediante vacunación así como las
visitas de urgencias a centros hospitalarios, los ingresos y las
intervenciones quirúrgicas.
En
relación a la historia biopatográfica
hay que destacar que la mayoría de afecciones referidas tienen
carácter catarral.
Predominan
los episodios puntuales de otitis, amigdalitis y bronquitis que en
muy pocos casos han tenido tendencia a la cronicidad.
La
mayoría de otitis han tenido lugar a edades tempranas y es posible
que ello esté relacionado con el proceso de dentición.
En
el capítulo de infecciones
graves
se registran 12 personas que han padecido neumonías y en 2 casos
esta afección se ha repetido tres veces. Hay dos casos de
meningitis: 1 vírica sin confirmar y otra bacteriana, producida por
neumococo, cuando la niña tenía 6 meses de edad.
Hay
también 2 casos de mononucleosis en niños de 9 y 10 años.
Un
caso de salmonelosis, un caso de escarlatina y una cistitis. Se han
registrado también 6 episodios convulsivos puntuales, la mitad
relacionados con procesos febriles.
Se
han consignado 40 episodios de dermatitis
la gran mayoría transitorios.
7
casos de alergia
( 2 rinitis, 4 intolerancias a la lactosa y 1 al gluten).
8
casos de asma.
De estos 8 casos de asma 3 han sido episodios puntuales al año, a
los 30 meses y a los 11 años; otro caso con 2 episodios a los 4 y 6
años y 3 en los que la afección cronificó: 1 debutó a los 6 años,
repitiendo a los 7 y desde entonces presenta episodios de disnea
cuando se resfría; otro, con antecedentes familiares de alergia y
asma, empezó a los 6 meses y se prolongó hasta los 3 años y un
tercero que debutó a los 2 años y medio y se prolongó hasta los 7
años. Finalmente hay un caso asma que no aporta información sobre
edad de inicio y posibles repeticiones.
En
cuanto a las
visitas de urgencia
a centros hospitalarios la mayoría se produjeron a consecuencia de
traumatismos (concretamente 52) y en segundo término para confirmar
diagnósticos ante episodios febriles agudos la mayoría en forma de
patología ORL.
Se
han producido un total de 20 ingresos
hospitalarios:
3 por traumas, 2 por neumonías, 2 por infecciones de orina (1 por
reflujo, otra por obstrucción ureteral), 2 para extirpar adenoides (
uno de ellos se acompañó de amigdalectomía), 1 para intervenir
estrabismo, 1 por estenosis pilórica, 1 para intervenir odontoma, 1
para intervenir hernia umbilical, 1 por tiña, 1 por tos ferina, 1
por intolerancia al gluten, 1 por diabetes, 1 por bronquiolitis, 1
por meningitis neumocócica y 1 por síndrome meníngeo. De esto se
deduce que 9 fueron por infecciones, dos de ellas por problemas
anatómicos (reflujo y obstrución ureteral); otras 9 para
intervenciones quirúrgicas y/o traumas y 2 por alteraciones
metabólicas (intolerancia al gluten y diabetes).
En
el capítulo relacionado con enfermedades
prevenibles
mediante vacunación tenemos 7 casos de tosferina, 4 de difteria, 8
de sarampión, 10 de paperas, 2 de rubéola y 1 hepatitis A sin que
hayan quedado secuelas.
Se
han consignado un total de 117 casos de varicela, enfermedad que
hasta la fecha no forma parte del actual calendario oficial de
vacunación aunque su inclusión es inminente.
El
tipo de alimentación
familiar
predominante es el mixto que algunos califican de alimentación
mediterránea pero lo realmente sobresaliente de la muestra, junto al
hecho diferencial de no
estar vacunados,
es la duración de la lactancia
materna.
No deja de sorprender que lo que debería ser normal, ordinario se
torne extraordinario pero así es la vida moderna. En efecto, en el
45% de los casos la duración de la lactancia materna es igual o
superior al año de vida. En el 93,3% la duración supera los 6 meses
y en el 99% supera los 3 meses.
Conclusiones
Para
los padres encuestados el estado de salud de sus hijos es altamente
satisfactorio. Esta apreciación es corroborada además por los datos
estadísticos recogidos en el ESENVA 2000.
Aunque
el tamaño de la muestra es reducido y seguramente no cumple los
requisitos mínimos exigidos en los estándares de la teoría
estadística, permite construir algunas hipótesis sugerentes.
Es
evidente que hubiésemos preferido una muestra no sólo más
numerosa, también nos hubiera gustado que ésta incluyese cohortes
representativas de los niños nacidos en el periodo abarcado, pero
esto es lo que tenemos.
De
todos modos podemos apuntar:
1.Que
la mayoría
de personas incluídas en el estudio gozan de buena salud. Apenas
existen cuadros crónicos y/o degenerativos a excepción de un niño
con una diabetes que debutó a los 7 años y que tal vez sea el que
presenta una salud más frágil puesto que en su biopatografía
también figuran bronquitis, asma y convulsiones.
2.Que
la mayoría
sólo ha padecido cuadros catarrales en forma de otitis y/o
bronquitis en los primeros años de vida.
3.Que
apenas
se han producido infecciones graves con la excepción de una
meningitis bacteriana (neumococo) no vacunable en su momento sin que
el tamaño de la muestra permita hacer exptrapolaciones
epidemiológicas significativas dada la baja incidencia de esa
afección en la población general; es decir, si la incidencia de la
meningitis neumocócica en la población general es inferior a 1 caso
por cada 100.000 habitantes ( no existen datos fiables) no podemos
concluir que en este caso es de 1 cada 300.
4.Que
si
son significativas
la cifras referentes al número de alérgicos y/o asmáticos. En
efecto dada la alta incidencia y prevalencia de estas afecciones en
la población general (sobre todo en la infantil) y que según los
epidemiólogos en los últimos años se sitúa en torno al 20%
y que crece a un ritmo del 10%
anual, calculándose que en los próximos 10 años se habrá doblado
el número de asmáticos y que hacia mitad de siglo, si sigue esta
progresión, el 50%
de la población será alérgica (rinitis y asma),
podemos
apuntar que la incidencia observada en la muestra es sumamente baja
pues en 300 personas sólo se han registrado 8 casos de asma y 2 de
rinitis, es decir, 10 casos que sobre una población total de 300 da
un porcentaje de rinitis-asma del 3,33%.
5.Que
la estrategia de salud seguida por los padres se muestra altamente
eficiente para la sociedad (concepto económico) pues los gastos en
servicios sanitarios han sido realmente bajos.
Ningún
gasto en vacunas y todo lo que implica su despliegue logístico,
pocas enfermedades y pocas visitas a los centros hospitalarios la
mayoría por traumatismos menores.
6.Que
en relación a la población general los únicos elementos
diferenciadores son partos naturales en su gran mayoría, lactancia
materna prolongada, ausencia de vacunaciones, es decir, no se han
introducido tóxicos inmunitarios (estructuras biológicas de otros
seres vivos, metales pesados como aluminio y mercurio) a edades
tempranas y recurso a terapias naturales en una gran proporción de
casos como estrategias de atención primaria.
Consideraciones finales: Propuestas
A
las estrategias preventivas mediante vacunación de las enfermedades
infecto-contagiosas se les considera como una de las medidas más
efectivas y eficientes de la medicina preventiva. A lo largo del
S.XX, y en especial durante el último tercio, los programas
infantiles de vacunación han incrementado notablemente su número,
administrándose por otro lado a edades cada vez más tempranas.
Los
elementos que fundamentan esta praxis son básicamente tres:
- La creencia generalizada de que las epidemias que diezmaban a las poblaciones occidentales de los S.XIX y primera mitad del XX han desaparecido o han sido controladas gracias a las vacunas.
- La reducción final de la patología infecto-contagiosa al binomio microorganismo-huésped al margen de cualquier otra consideración.
- La creencia, también generalizada, de que las vacunas apenas tienen efectos adversos y que, en su defecto, los beneficios sobrepasan largamente a los riesgos.
Sin
embargo un análisis más riguroso de la evolución epidemiológica
por un lado, de las interacciones biológicas por otro y de los
elementos constitutivos de ese fármaco complejo llamado vacuna, pone
de manifiesto que estas creencias no se ajustan completamente a la
realidad. Veamos:
En
relación a la evolución epidemiológica, cuando consultamos los
anuarios estadísticos vemos que el descenso de la mortalidad por
Difteria en España desde primeros del S.XX hasta 1964 fue del 98,7%
y el de la morbilidad del 97,2% sin que pueda atribuirse a las
vacunaciones masivas con DTP que empezaron en 1965. Lo mismo podemos
decir de la Tos ferina pues el descenso de la mortalidad fue del
99,15% en ausencia de vacunación; de la morbilidad no pueden
aportarse datos ya que no ha sido una enfermedad de declaración
obligatoria hasta 1982. Del Sarampión sabemos que la mortalidad
descendió el 99,9% entre 1901 y 1982 año de introducción de las
vacunación Triple Vírica (TV). Es más en el caso de las tres
enfermedades que contempla la TV observamos que la incidencia
experimentó un aumento considerable en los años que siguieron a su
introducción; en 1983 por ejemplo se declararon 304.350 casos de
sarampión (las cifras más altas desde que existen datos, 1952)
mientras que en 1982 se notificaron 157.473, los casos de rubéola
fueron 74.313 en 1982 mientras que en 1983-84-85 se notificaron
162.242, 150.519 y 144.288, en el caso de la parotiditis en 1982 se
notificaron 78.980 mientras que en 1983-84-85 los registros hablan de
227.327, 286.753 y 135.654. Es decir para algunas enfermedades la
incidencia se llegó a multiplicar 4. Por tanto a excepción de la
Polio, vemos como la incidencia de los planes de vacunación sobre
algunas enfermedades se ha realizado cuando éstas presentaban unas
curvas epidemiológicas descendentes de larga evolución (Difteria,
Tos ferina, Sarampión) y en el caso de las enfermedades de la TV
éstas experimentaron los mayores registros de la historia tras la
vacunación.
En
relación a la reducción de la enfermedad infecciosa al binomio
microorganismo-huésped hay que manifestar que esta simplificación,
aunque útil para la comprensión de la etiopatogenia y el
consiguiente tratamiento de los enfermos, resulta contraproducente
cuando se obvian el papel de las condiciones de vida en la génesis
de la gran mayoría de enfermedades. Hay que tener presente que los
casos de Difteria se dispararon en España durante la Guerra Civil y
lo mismo sucedió en muchos países europeos durante la 2ª Guerra
Mundial a pesar de que en algunos de ellos las coberturas vacunales
alcanzaron el 80%. La evolución de la Difteria (enfermedad de la que
se ha vacunado sistemáticamente) y la Fiebre Tifoidea (enfermedad de
la que nunca se ha vacunado sistemáticamente) cuyos vectores
infecciosos se transmiten de forma similar y cuyas gráficas son
perfectamente superponibles pone de manifiesto por un lado el papel
fundamental de las condiciones de vida y por otro que resulta un
tanto ingenuo querer paliar los efectos de la miseria y de las
guerras con vacunas, incurriendo además en un alarmismo vacuo
aquellos que piensan que se pueden trasladar sin más, los procesos
infecciosos de unos países a otros, sin tener en cuenta la realidad
socio-económico-sanitaria de cada región y nos estamos refiriendo a
lo sucedido con los brotes de difteria en las repúblicas
transcaucásicas tras el hundimiento de la URSS o al adelanto de las
primovacunaciones contra la hepatitis B por la llegada de inmigrantes
del sudeste asiático. El caso del tétanos neonatal abunda en lo
mismo; con la estrategia de las tres “limpiezas” (manos, mesa de
partos y cordón umbilical) se ha conseguido reducirlo a cero en los
países que la siguieron, con el valor añadido, como la misma OMS
subraya, de que con ésta simple medida se previenen no una, sino
todas la enfermedades lo cual sí que es eficaz, efectivo y
eficiente. La reducción de la patología al binomio
microorganismo-huésped no es operativa cuando hablamos de medidas
preventivas a nivel de grandes grupos humanos si ello sólo sirve
para vacunar masivamente sin modificar las circunstancias matrices de
la patología, en esta tesitura vacunar para conseguir la ansiada
inmunidad colectiva o de grupo no dejar de ser una vana ilusión ya
que a lo sumo conseguiremos sustituir unas enfermedades por otras, es
decir sustituir las causas de mortalidad. Esto es lo que sucede en
los países del Tercer Mundo y ha sido denunciado por prestigiosos
profesionales como Debabar Benarji. En Europa las epidemias del S.
XIX disminuyeron cuando la higiene y la mejora de las condiciones de
vida transformaron la existencia de millones de hombres, mujeres y
niños. Alimentos, aguas potables… y menos jeeps cargados de
vacunas es lo que precisan las poblaciones depauperadas de amplias
áreas del mundo.
El
sustrato científico-teórico que fundamenta lo expuesto es la
estigmatización de los microorganismos que ha dado lugar, por otro
lado, a un uso y abuso de la antibioticoterapia y al consiguiente
incremento de las resistencias bacterianas, y el trasfondo último
vuelve a ser una visión maniquea y limitada de la patología
infecto-contagiosa. Esta visión debe ser superada a luz de los
conocimientos actuales sobre la realidad biológica y las
interacciones entre las diferentes criaturas vivas.
El
reduccionismo imperante también se pone de manifiesto en la
metodología utilizada para el cálculo de las coberturas vacunales.
En efecto después de una serie de considerandos se obtiene una
formula muy sencilla que es la siguiente Pc=
1-1/Ro.,
donde Pc significa Proporción Crítica Vacunal, es decir porcentaje
de cohortes (niños nacidos en un año determinado) que debemos
vacunar para conseguir los objetivos propuestos y donde Ro representa
lo que se denomina Tasa Básica de Reproducción según la cual a
cada vector infeccioso le corresponde una determinada capacidad de
contagio; así por ejemplo al sarampión (en los países
desarrollados) Anderson le atribuye una Ro de 15-17, lo cual quiere
decir que un infectado puede contagiar a 15-17 susceptibles y a las
paperas 10-12. Sin embargo, Fine le atribuye a la parotiditis una Ro
de 4-7 con lo cual ya vemos la disparidad de criterios. Lo curioso
del caso es que teniendo el sarampión una Ro muy superior a las
paperas y teniendo en cuenta que las coberturas vacunales son
idénticas y la vacuna una eficacia similar, los casos de parotiditis
multiplican por 10 o más a los del sarampión. Por tanto el modelo
resulta insuficiente para explicar la dinámica infecto-contagiosa
mucho más compleja de la mera colisión al azar del microorganismo
con el individuo susceptible. La misma definición de Ro no deja de
ser contradictoria pues se dice que consiste en “la
cifra media de infecciones producidas directamente por un caso
infeccioso, durante su periodo de infecciosidad, cuando entra en una
población totalmente susceptible”, que sepamos
para la ninguna de las enfermedades de las que vacunamos ha habido
nunca una población totalmente susceptible pues todas eran viejas
conocidas y había mucha población inmune cuando se empezaron a
implementar programas de vacunación a gran escala.
Al
mismo tiempo tampoco se tienen en cuenta los propios presupuestos de
la inmunidad colectiva ya que la duración de la inmunidad artificial
dista mucho de ser duradera y además se vacuna contra procesos
mórbidos que ellos mismos no son inmunizantes. La simplicidad
reinante se pone de manifiesto de forma palmaria cuando desde los
mismos sectores vacunalistas se afirma que después de casi 30 años
de vacunaciones masivas contra la rubéola el 97% de las mujeres en
edad fértil son inmunes y que ello no es debido a la vacunación
sino a laadquisición de inmunidad natural, ¿qué sentido tiene
entonces seguir vacunando cuando al mismo tiempo se reconoce que
pueden aparecer trastornos reumáticos debidos a la vacunación
muchos años después de la administración de la misma?.
Sobre
la seguridad de las vacunas y sus efectos adversos podrían llenarse
muchas páginas. Estos se conocen ya desde los orígenes mismos de la
vacunología; así, por ejemplo, las epidemias de viruela producidas
por esa vacuna han sido ilustradas suficientemente. Aunque es menos
conocido, con esa vacuna se transmitieron numerosas enfermedades ya
que en los tiempos en que se aplicaba (S.XIX) no existía la
microbiología, ni las técnicas de cultivo y depuración, ni la idea
del contagio tal y como lo entendemos hoy, el material y la
conservación del mismo se hacía con la técnica del “brazo-brazo”
utilizando para ello a cobayas humanas procedentes de los orfanatos.
Durante
las primeras décadas del S. XX, ante las dificultades y las
reacciones adversas, los defensores a ultranza de las vacunaciones y
numerosos comités científicos hicieron declaraciones públicas
sobre la inocuidad de algunas vacunas como la antidiftérica y la
antituberculosa sin embargo en el libro Vacunaciones
Preventivas
del hasta hace poco Director General de Salud Pública de Cataluña
Sr. Lluís Salleras podemos leer “La
seguridad es una propiedad fundamental de cualquier vacuna (....) hay
que tener presente que las vacunas se administran a personas sanas
que no necesariamente contraerán la enfermedad si no se vacunan
(.....) en los países desarrollados el dintel de aceptación podría
estar por debajo de una complicación vacunal mortal por cada millón
de vacunados en el caso de enfermedades que la población perciba que
causan un impacto sanitario importante (....) De
hecho es probable que alguna de las primeras vacunas comercializadas
( p. ej. la de la viruela y la BCG) nunca lo hubieran sido si se
hubieran aplicado entonces los estándares de seguridad que demanda
la población de los países occidentales en la actualidad
(la cursiva es nuestra)”. Esta afirmación pone de manifiesto que
el concepto de seguridad de un fármaco depende entre otras razones
(dejando de lado los intereses corporativos y/o personales), del
nivel de los conocimientos que se tiene sobre un fenómeno dado en un
momento determinado pues si no ¿cómo se explica que diferentes
“comités científicos” de los años 30 avalaran la seguridad de
las mismas?. Lo mismo podemos pensar con razón sobre las actuales
vacunas y es muy probable que en un futuro no muy lejano los mismos
que hoy las consideran seguras manifiesten lo contrario.
Para
hacerse una idea de los riesgos implícitos en el acto de vacunar, es
preciso conocer la naturaleza del fármaco, su proceso de fabricación
y el de conservación, así como las características inmunitarias
del sujeto que se somete a la vacunación. La vacuna es un fármaco
complejo de naturaleza biológica. En su constitución encontramos:
elementos orgánicos ya sean bacterias o partes de ellas, virus
enteros o fraccionados; conservantes, siendo uno de los más
utilizados el Tiomersal o tiosalicilato de etil mercurio el cual se
ha venido usando desde los años 30; adyuvantes, el más común el
hidróxido de aluminio y algunas otras sustancias. Sobre la toxicidad
de los metales pesados, mercurio y aluminio, volveremos más
adelante. Cualquiera de estos elementos constitutivos puede producir
efectos adversos que suelen ser calificados de indeseados pero no de
inesperados. Las contaminaciones procedentes de los medios de cultivo
es otro aspecto que conviene no olvidar.
La
naturaleza y número de las reacciones adversas siguientes a
vacunación (RASV) es muy diversa y existen numerosas referencias en
la literatura científica. No obstante la habitual infranotificación
de los efectos adversos (mínima para los fármacos convencionales,
prácticamente inexistente para las vacunas), las limitaciones
metodológicas y la deficiente preparación de los observadores,
hacen pensar que el alcance real de la problemática es desconocido.
El hecho de que la Generalitat de Catalunya pusiera en marcha un plan
de seguimiento “para conocer el impacto real de esta problemática”
en 1999, es decir ¡¡ casi 40 años después del inicio de las
campañas masivas de vacunación!! con la DTP+P y el BCG así lo
atestiguan.
Lo
que podemos denominar efectos adversos
directos
están ampliamente referenciados. Para no hacer una lista
interminable los resumimos de forma sucinta, estos son algunos:
Vacuna Reacciones
Adversas
Triple
Vírica……………Encefalitis, meningitis, mielitis, autismo,
enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, trombocitopenia, artritis,
diabetes, sordera, parotiditis postvacunal, Sde fatiga crónica..
DTP+P…………………Glomerulonefritis,
Encefalitis, Convulsiones, Neuritis óptica, Sde de West, Meningitis,
Asma, Paralisis, Polio, Muerte Súbita, Contaminaciones con virus
SV40…
Hepatitis
B…………… Esclerosis múltiple, Neuritis, Sde
Guillain-Barré, Sde. de Reiter, Mielitis, Lupus, Reumatismos,
Hepatitis, Urticarias, Sde Nefrótico, Glomerulonefritis..
Gripe……………………Encefalitis,
Meningitis, Convulsiones, Esclerosis Lateral Amiotrófica, Sde.
Guillain-Barré, Gripe, Vértigos…
Tuberculosis
(BCG)……Encefalitis, Meningitis BCG, Sde. West, Adenopatías
supuradas, Asma, Osteítis y Osteomielitis, Edema de Quincke…
Haemophilus
Infuenza…Laringitis, Sde. Nefrótico, Meningitis, Convulsiones..
Meningitis
A-C…………Meningitis, Encefalitis, Convulsiones, Sde. Fatiga
Crónica
Los
efectos diferidos de las vacunas también se encuentran en el
ojo del huracán en relación al incremento espectacular en los
últimos 30 de años de los casos alérgico-asmáticos, los síndromes
autistas y las diabetes juveniles insulino-dependientes, a las que
podemos denominar como modernas epidemias. La respuesta común
hasta la fecha ha sido “no se han podido establecer relaciones de
causalidad entre..” aunque ya hemos podido ver que eso también se
decía a principios del S. XX ; pero si las alergias y asma son
debidas a un cambio en el comportamiento del sistema inmunológico y
esto se pretende vincular con el descenso de los procesos infecciosos
en la infancia (cosa por otro lado poco creíble) lo más lógico es
pensar que la inoculación reiterada de tóxicos inmunitarios
(proteínas, conservantes y adyuvantes) a edades cada vez más
tempranas, cuando el sistema inmune es totalmente inmaduro, puede
estar en la base del fenómeno. Así mismo la relación del mercurio
vacunal con el incremento de los síndromes autistas y otras
afecciones del sistema nervioso central (SNC) está perfectamente
descrita. El mercurio es uno de los metales más neurotóxicos que
existen y se ha estado inoculando en el cuerpo de los bebés desde
hace más de 70 años aunque ahora haya empezado a retirarse de la
mayoría de vacunas infantiles. Países como Australia y Dinamarca ya
lo han hecho y en Cataluña en un curso de pediatría
extrahospitalaria organizado por el GRINDOPE en el año2003 se
comunicó que en un futuro próximo las vacunas no tendrían
Tiomersal ¿cómo es posible que ahora lo retiren si no era tóxico a
las dosis administradas?, ¿quién o quienes se han hecho
responsables de las trastornos ocasionados?. Algo parecido podemos
decir del aluminio vacunal al cual se le está relacionando con
procesos graves como la Miofascitis por Macrófagos. Si la
legislación española habla de un máximo de 12µgrs/dl de aluminio
en el agua para que esta sea potable ¿cómo es posible que algunas
vacunas tengan 500µgrs?,¿cómo es posible que en una sesión
vacunal se administren 50 veces más de aluminio que el permitido
para el agua potable con el agravante de que el agua es filtrada por
la mucosa intestinal, mientras que las vacunas son inyectadas
directamente en el organismo? ¿cómo se permite semejante
despropósito?.
En
relación a los peligros potenciales vinculados al proceso de
fabricación, nos remitimos a la ponencia presentada por M. Georget
en el Symposium que tuvo lugar en el Parlamento Europeo bajo la
dirección del Eurodiputado verde Paul Lannoye en Abril de 2002. En
dicha sesión, citando fuentes de la misma OMS, M. Georget leyó un
trabajo titulado Orígenes y consecuencias de las contaminaciones
e impurezas de las vacunas donde hacía públicos los
peligros inherentes al proceso de fabricación con especial énfasis
en las contaminaciones vacunales con ADN heterogéneo, proteínas
transformantes (eufemismo para denominar a las proteínas
cancerígenas) y virus procedentes de los medios de cultivo, sobre
todo de las llamadas líneas de crecimiento continúo que en
realidad son cultivos que se desarrollan con grupos celulares que
crecen indefinidamente, que han perdido la inhibión por contacto y
que presentan características cancerígenas al presentar
aberraciones cromosómicas y haber perdido la capacidad de
diferenciación. Estas líneas celulares se vienen utilizando desde
hace décadas y lo preocupante es que los mismos que las utilizan y
proponen, entre ellos la OMS, advierten que no puede descartarse la
existencia de contaminaciones pues éstas pueden ser imprevistas,
insospechadas e indetectables con el estado actual de los
conocimientos. La experiencia de las contaminaciones de las primeras
vacunas antipoliomielíticas desde 1955 hasta 1963 con el virus de
procedencia simiesca SV 40 sospechoso de producir tumores cerebrales
ha sido ampliamente referenciada en la prensa científica y debería
servir de freno y hacernos más prudentes pero no es esto lo que
observamos en amplios sectores del mundo tecno-científico inmersos
como están en una lucha frénetica por el control del denominado
mercado de la vida y del que las futuras vacunas transgénicas
solo son un botón de muestra.
Otro
aspecto importante que sistemáticamente es soslayado por la práctica
indiscriminada de la vacunación tiene que ver con las
características inmunitarias de las personas que reciben dicho
fármaco. Esto que podría resultar comprensible hace un siglo no es
lo es tanto si tenemos en cuenta el nivel de los conocimientos
actuales. Hoy sabemos que las características inmunitarias de las
personas vienen determinadas por el sistema HLA. El sistema HLA
determina la capacidad que tenemos para responder a diferentes
estímulos de manera tal que sabemos que unos grupos son más
susceptibles que otros ante determinadas enfermedades y también ante
los antígenos vacunales. De esta manera existen personas que
responden bien, otras regular y otras que no responden. A pesar de
ello se siguen administrando vacunas obviando estas bases, creando el
espejismo de que una persona vacunada es una persona protegida. Este
mismo razonamiento permite entender el concepto de susceptibilidad
individual por el cual en algunas personas pueden aparecer graves
efectos adversos.
Sistemáticamente
también se vienen obviando los déficits inmunitarios primarios que
tienen una frecuencia aproximada de 1 por cada 420 personas nacidas
vivas. Dependiendo del tipo de déficit nos podemos encontrar, en el
mejor de los casos, con que el niño no responda, caso de las
agammaglobulinemias o las hipogammaglobulinemias, generándose otra
vez una sensación de falsa protección; en el peor, efectos
dramáticos como fue el caso de una niña nacida en Bilbao en Agosto
de 2000 y que a partir de las primovacunaciones desarrolló severas
complicaciones, como TBC diseminada, parálisis que acabaron
produciéndole la muerte unos meses más tarde tal y como se reflejo
en el Boletín Epidemiológico Semanal del Centro Nacional de
Epidemiología. Debabar Banerji, doctor en Medicina, licenciado en
Antropología y miembro de diferentes Comités de Expertos de la OMS
para la investigación sobre sistemas sanitarios, se preguntaba no
hace muchos años en relación a las consecuencias del Programa de
Vacunación Universal (PVU) de la India: “¿Quién ha de
considerarse responsable de la muerte de estos niños inocentes?,
¿Quién tiene derecho a matarlos bajo el pretexto de que se “salva”
la vida de otros niños?. Se trata aquí de una gran violación de
los derechos humanos”. Lo mismo nos preguntamos nosotros y con más
razón puesto que la realidad epidemiológica de nuestro país
difiere notablemente de la de India ¿cómo puede vacunarse
sistemáticamente con estos presupuestos contra enfermedades que
tienen muy poca incidencia?, ¿cómo se puede seguir vacunando con el
BCG en el País Vasco cuando los países desarrollados que la
utilizaron, entre ellos España, la abandonaron hace ya muchos años
por su ineficacia y numerosos y graves efectos adversos?, ¿quién o
quienes se han hecho responsables?
Propuestas
Muchas
más razones podrían aducirse, pero teniendo en cuenta el actual
momento epidemiológico consideramos:
- Que en base al principio de precaución deberían postponerse la posible incorporación de nuevas vacunas al calendario vacunal.
- Que no debería vacunarse sistemáticamente contra enfermedades cuya incidencia epidemiológica es insignificante: Nos referimos a la vacuna antihaemophilus influenza tipo b y a la antimeningocócica C. En 1994 el comité de Expertos en Vacunaciones de la Generalitat de Catalunya desestimó la inclusión en el calendario vacunal de la Hib y sin embargo en 1999 se decició su inclusión cuando en 1998 se declararon en toda Cataluña un total de 21 casos lo que da unas tasas aproximadas de 3 por millón. Lo mismo podemos decir de la vacuna MCC que se introdujo rápidamente en España y Cataluña cuando no se habían completado los ensayos clínicos de fase III y cuando en 1998 el mismo Lluís Salleras afirmaba en su libro que su uso en los países desarrollados no era aconsejable. Portugal y otros países han desestimado su inclusión por el momento.
- Que no debería vacunarse sistemáticamente contra enfermedades benignas y en especial contra la rubéola. Si se reconoce, desde sectores vacunalistas, que el 97% de las mujeres en edad fértil son inmunes y que ello no es debido a la vacunación ¿no sería más sencillo determinar el estado inmunitario, igual que se hace con la toxoplasmosis, en el momento que deseen quedarse embarazadas ya que además entre el 50-80% (según las fuentes) de las inmunizadas artificialmente se contagian en caso de epidemia mientras que sólo lo hacen el 5% de las inmunizadas naturalmente?, ¿por qué persistir con esta estrategia cuando además se producen efectos adversos graves y desplazamientos en la edad de afectación como está pasando con el sarampión?
- Que no debería vacunarse ni a los neonatos ni a los bebés contra la hepatitis B. El riesgo a esas edades no existe, la enfermedad es propia de los grupos de riesgo (drogadictos por vía parenteral y hemodializados), menos del 5% cronifican en inmunocompetentes, la incidencia es muy baja, 55 casos en toda Cataluña en el 2002 y la vacuna presenta numerosos efectos adversos entre los que destacan las enfermedades desmielinizantes del SNC y las afecciones reumáticas. Sería más racional ofertarla como se hacia anteriormente a partir de la adolescencia.
- Que las primovacunaciones que actualmente se realizan en el País Vasco con el BCG en contra de la tuberculosis deberían detenerse inmediatamente. No existe ninguna justificación científico-sanitaria, antes al contrario, que sostenga semejante práctica. En Barcelona, se produjo un intenso descenso de las meningitis tuberculosas tras la suspensión de la vacunación de los neonatos efectuada durante 8 años según reconoce el que ha sido hasta hace muy poco Dtor General de Salud Pública de la Generalitat de Catalunya. El objetivo teórico fundamental de dicha práctica era precisamente la prevención de las diseminaciones hematógenas de la enfermedad y en especial las meningitis tuberculosas.
- Que sería interesante sopesar la posibilidad de retrasar la edad de administración de las primovacunaciones con la DTP a los 2 años de edad tal y como se hace en Japón desde 1975. Este país a raíz de unas muertes súbitas, relacionadas con la vacuna antitosferínica, adoptó esta medida y tal y como muestra un estudio publicado en Pediatrics, el descenso de las indemnizaciones por muertes y secuelas vinculas a la DTPw descendió notablemente de modo que en el periodo 1970- Enero 75, cuando se vacunaba a los 3-5 meses, se reconocieron (indemnizaron) 57 casos de secuelas permanentes con 37 muertes, mientras que en el periodo Febrero 75-Agosto 81, con vacunación a los 24 meses, se reconocieron 8 casos de secuelas permanentes con 3 muertes. La vacuna era la misma DTPw, la única diferencia fue la edad de administración; los resultados son sumamente lógicos pues tanto el sistema inmune, como el SNC, como todo el organismo es mucho más maduro y por tanto menos vulnerable a los 24 meses que a los 2. Conviene recordar que Japón es uno de los países con las tasas de mortalidad infantil más bajas del mundo.
Somos
conscientes del aparente atrevimiento y osadía de las propuestas
planteadas y las dificultades que la toma en consideración podría
representar para cualquier responsable político-sanitario. La
histeria que produjo el pseudobrote de meningitis en los años
1996-97 es un ejemplo de como los responsables se plegaron (no
respetaron los acuerdos de la Conferencia de Oviedo) a intereses que
no tenían nada que ver con la medicina preventiva. El artículo
publicado en la prensa nacional titulado ¿Vacunación contra la
histeria? firmado por el Dr. Santiago Cervera, Consejero Navarro de
Salud por aquel entonces (única Comunidad junto a Canarias que no
vacunó) y por tanto persona nada sospechosa de connivencia con
postulados antivacunalistas fue el mejor exponente de una medida a
todas luces irracional. Somos conscientes, repetimos, de las
dificultades que pero creemos que la salud de la población y en
especial la de los niños no puede ser objeto de especulación ni de
sometimiento a intereses corporativos. Los responsables sanitarios
deben sopesar el momento epidemiológico y los riesgos implícitos en
cualquier práctica médica, más allá de las modas y los
prejuicios. Pensar que se pueden introducir masiva y sistemáticamente
estructuras biológicas, metales pesados y otras sustancias en el
cuerpo de millones de bebés y niños sanos y que no pasará nada, no
solo es ingenuo sino que resulta insostenible a luz de los
conocimientos actuales. Hoy sabemos que existen sustancias (dioxinas,
disrruptores hormonales, ADN heterogéneo, proteínas transformantes,
priones etc.) que en cantidades consideradas ínfimas (por ejemplo de
partes por trillón) pueden producir y producen desregulaciones a
menudo de forma diferida con resultados biológicos imprevisibles y
aberrantes.
Consideramos
finalmente que, en una sociedad democrática y plural (también en lo
científico), expertos profesionales ubicados en corrientes de
pensamiento cuyo peso en la sociedad es cada vez más importante,
deberían tener mayor presencia y protagonismo en instituciones,
debates y en la toma de decisiones que por su alcance puedan afectar
a extensas capas de la población.
España,
Barcelona, 25 de marzo del 2004
Dra. Montse Catalan Dr. J. Manuel Marín Dr. Xavier Uriarte
Dr.
J. Manuel Marín: Tel. 93.245.75.75. e-mail 25558jmo@comb.es
Dra.
Montse Catalan: Tel. 93.833.06.78. e-mail migjorn@inicia.es
Dr.
Xavier Uriarte: Tel. 972.202.803. e-mail
xavier.uriarte@astroestudios.com
LLV.
e-mail: info@vacunacionlibre.org